El 1 de enero de 1986, España y Portugal pasaron a formar parte, como miembros de pleno derecho, de la entonces denominada Comunidad Económica Europea (CEE), aunque la incorporación a la PAC fue progresiva para los diferentes productos agrícolas y ésta no se completó hasta 1995.

El eurocomisario Phil Hogan. Foto: EFE
Desde 1986 la agricultura española ha sufrido una gran transformación, como le ha sucedido al resto de la sociedad y economía española, integrándose de pleno en un mercado único europeo, enormemente competitivo, según destacan en fuentes de las organizaciones agrarias.
Ha sido un tiempo de desregulación y liberalización de los mercados agrarios a nivel europeo y también mundial.
Esta situación ha llevado a la agricultura y los agricultores a un proceso continuo de reestructuración, con explotaciones cada vez más dimensionadas y menos activos o población ocupada.
Entre los retos no resueltos de la PAC, figura una respuesta más ágil y eficaz contra las crisis agrícolas y la volatilidad, cada vez mayor, de los mercados.
España es el segundo país en superficie agrícola de la UE, tercero en la producción final agraria, el 80% de las exportaciones de productos agrarios tienen como destino el mercado comunitario y el tercer preceptor de fondos PAC.
Estos datos dan muestra de lo importante que ha sido la PAC para el sector, no solamente por el presupuesto recibido, sino porque ha sido un estímulo para la modernización y adaptación al mercado de los sectores españoles más competitivos, tal y como recuerdan en fuentes de las Cooperativas.