En un contexto en el que los consumos en países productores tradicionales están muy consolidados, EEUU es uno de los destinos donde más crece la demanda y donde España se ha consolidado, desde hace dos años, como primer proveedor, desplazando incluso a Italia. Pero el sector oleícola se enfrenta a dudas tras la llegada a la Presidencia de Donald Trump.
Estados Unidos compró a España 103.016 toneladas de aceite de oliva entre enero y septiembre de 2016, según Aduanas, un 60,28 % más interanual, lo que le convierte en nuestro principal destino exterior después de Italia -que compra mucho granel para envasar y atender a sus clientes-, con 244.343 toneladas.
Pero EEUU quiere potenciar la industria oleícola californiana y no forma parte del Consejo Oleícola Internacional (COI), ni acepta las normas comunes de este organismo, sino que opta por legislaciones propias que le sirven con relativa frecuencia para sostener presuntas acusaciones de fraude a la calidad del aceite importado.

Donald Trump, tras ganar las elecciones en EEUU. Foto: EFE ARCHIVO/SHAWN THEW
Preguntado sobre el temor a que Trump fomente políticas que dificulten la entrada de aceite, el director adjunto del COI, Jaime Lillo, reconoce que “el proteccionismo no viene bien al sector del aceite de oliva español”, dado su marcado carácter “global y exportador”, aunque pide prudencia hasta ver qué decisiones adopta.
Por su parte, Sonny Perdue, el futuro ministro de Agricultura, comparte con el presidente Trump -que hoy toma posesión-, que el sector agrícola de EEUU está en desventaja en el mercado global, lo que podría sustentar políticas proteccionistas que salpiquen “como una mancha de aceite” a los envasadores exportadores españoles.
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