La segunda jornada de Millesime, que mañana abre al público, ha tenido sabor a a Caiscais (Portugal) y Perú, ciudad y país invitados al evento, con propuestas como el "pisco-tonic", una alternativa al gin-tonic a base de este destilado andino.

La cocina peruana se ha ganado a pulso su fama internacional y, en la cresta de la ola, bucea ahora en las recetas tradicionales, basadas en el producto y en el mimo a los agricultores que han sabido mantener durante años la base de su riqueza gastronómica.

Así se ha presentado en Millesime con los chefs Giacomo Bocchio (Manifiesto) y Christian Bravo (Bravo Restobar), dos referentes de la alta cocina en Lima, acompañados de compatriotas que cruzaron el Atlántico para difundir su culinaria en España.

 Aunque Portugal presume de tener una receta de bacalao para cada día del año, su cocina va mucho más allá, como han demostrado los cocineros José Avillez y Vincent Farges.

En Millesime la tradición convive con la vanguardia: mientras las grandes empresas de productos gourmet ofrecen degustaciones, los cocineros preparan platos exclusivos, a base de técnica, pero sin olvidar que sus creaciones tienen que caber en un solo bocado, a modo de tapa, para que el visitante pueda divertirse y probar de todo. EFEAGRO