Así aparece en el «Informe la competitividad de la empresa española en el mercado interno: estructura productiva, importaciones y ciclo económico«, en el que el CES analiza la relevancia que pueden tener las importaciones a la hora de impulsar la actividad económica para crear empleo y reducir el endeudamiento exterior.
A su juicio, los aspectos arancelarios y los no arancelarios «deben guardar un adecuado respeto y equilibrio con los estándares económicos, sociales y medioambientales» que, «en el caso de España y en el contexto de la Unión Europea, tiene especial importancia para la agricultura, ganadería, pesca» y la industria de la agroalimentación.
El CES también alerta en este documento de que el retraso tecnológico de España lastra su competitividad, ya que obliga a las empresas a suplir esa carencia importando bienes de alto contenido tecnológico para poder desarrollar su producción.
Asegura que España «mantiene un retraso relativo en relación al capital tecnológico y al capital humano» respecto a países como Francia, Alemania o Italia, y apunta la necesidad de hacer un esfuerzo mayor en la innovación y la educación como factores «clave» en la mejora de la competitividad.
«La necesidad de mejorar la competitividad interna y externa es uno de los elementos fundamentales para garantizar un crecimiento sostenido», señala el informe, que propone apoyar la promoción de los productos industriales de calidad españoles y reforzar la capacidad competitiva de la producción.