Aunque sus prácticas suelen relacionarse con la producción orgánica de alimentos, Malézieux afirmó que esta última obedece a una serie de “normas muy estrictas”, como la prohibición del uso de químicos o del cultivo de transgénicos.
Más flexibilidad
Del lado contrario, dijo que se pueden observar casos de producción orgánica “que están lejos de la agroecología”, como los que en Estados Unidos suponen el cultivo intensivo de cientos de hectáreas de lechugas y el empleo de fertilizantes orgánicos transportados a larga distancia, lo que aumenta el impacto en el medio ambiente.
Este investigador especializado en zonas tropicales húmedas de África occidental destacó otros ejemplos en los que sí se están aplicando técnicas agroecológicas o, por lo menos, más respetuosas con el entorno.

La agroecología no es igual que la agricultura orgánica. Semilla de cacao. EFE/Archivo. Jeffrey Arguedas
Resaltó la investigación agroforestal combinada con la producción de cacao y los beneficios que esta reporta frente al monocultivo, así como la reducción de pesticidas para producir verduras y hortalizas en ciudades africanas mediante la rotación de cosechas.
Asimismo, se están empleando redes para proteger las plantas de las pestes, hormigas para evitar la presencia de la fruta de la mosca en productos como el mango, y hasta cultivos “trampa”, plantas que atraen a los insectos dañinos y los mantienen alejados de los cultivos principales.
Para promover la agroecología, Malézieux consideró imprescindible la actitud de los consumidores, a partir de un interés creciente por los alimentos sanos y producidos en condiciones sostenibles, y el desarrollo de políticas que ayuden a evitar problemas como la contaminación del agua por el uso de químicos.