Quintanilla ha recordado a Efeagro con motivo del 25 aniversario de la compañía que su organización es la decana del asociacionismo de mujeres rurales en España. Su objetivo al nacer en 1982 fue el de “dar voz” a las mujeres que viven en los pueblos de España, de defender sus derechos y llevar sus reivindicaciones a todos los foros nacionales e internacionales. Ha destacado que la evolución ha sido “muy positiva”, pues ha pasado de ser un “pequeño grupo de mujeres” a “una gran familia de más de 180.000 socias”.
“Nos hemos convertido en un instrumento fundamental en la dinamización de la vida económica, social y cultural de los pueblos del medio rural de España”
Hubo que empezar por el principio, “hablando en los pueblos de igualdad, explicando a las mujeres que también tenían derechos y que tenían mucho que decir en el futuro y en el desarrollo de sus pueblos”. Luego se ampliaron las actividades, llegó la formación “a la carta” y el esfuerzo para fomentar la incorporación de las mujeres al mundo laboral, muchas veces a través del emprendimiento femenino. Este trabajo se completa con actividades culturales y de ocio o de sensibilización en la lucha contra la violencia de género. Tal y como explica Quintanilla, “nos hemos convertido en un instrumento fundamental en la dinamización de la vida económica, social y cultural de los pueblos del medio rural de España”.
En 1995, Afammer colaboró en la elaboración de la primera Carta de Igualdad para las Mujeres Rurales puesta en marcha en España; en la modificación de la legislación en materia de becas en 1996; jugamos un papel importante en la consecución del acceso de las mujeres rurales a la cotización de la Seguridad Social en 2003 y más recientemente en la elaboración de leyes que nos afectan directamente como la Ley de Desarrollo Rural y el Real Decreto y posterior Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. Además, forma parte del Consejo de Participación de la Mujer.
La organización también se ha dejado ver fuera y, por ejemplo, tiene Estatus Consultivo en el Consejo Económico y Social (Ecosoc) de Naciones Unidas (ONU) y forma parte de otros 15 organismos internacionales.

La presidenta de Afammer, Carmen Quintanilla, en la clausura de Congreso Internacional “La Voz de las Mujeres Rurales en el Mundo”. Foto: Afammer.
Quintanilla ha citado algunos hitos logrados durante este año, como la aprobación de la Ley de Titularidad Compartida, pero también la formación a través de cursos específicos para ellas la modificación en la legislación en materia de becas en 1996 y el acceso a la cotización de las mujeres rurales en el año 2003.
En resumen, explica la también presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso, Carmen Quintanilla, “hemos conseguido acabar con la invisibilidad de las mujeres del medio rural y que cuando se habla de desarrollo rural se hable de mujer rural”.
Esperanza en el futuro de la mujer rural
Y en el futuro, “también va a ser otro hito, sin duda”, el Plan de Promoción para la Mujer Rural, que, según Quintanilla, “está a punto de aprobar el Gobierno. El plan se enmarca en el Plan Estratégico para la Igualdad de Oportunidades puesto en marcha recientemente por el Gobierno. Porque, aunque “en los últimos años hemos avanzado mucho”, aún quedan retos y desafíos por conseguir, como lograr que la igualdad legal de la que afortunadamente disfrutamos en España se convierta en una igualdad real en el día a día de las mujeres que viven en las zonas rurales.
Es decir, aún “hay que reivindicar que las mujeres rurales disfruten de una igualdad real de oportunidades en el acceso al empleo, en los salarios que perciben por su trabajo, en poder contar con las medidas de conciliación de la vida familiar y laboral necesarias y en contar con los recursos e infraestructuras que requieren los pueblos para no jugar en desventaja frente a las ciudades”, ha señalado.
Entre ellos, Quintanilla ha citado el alcanzar el pleno empleo para las mujeres del medio rural, que las mujeres no tengan que abandonar sus pueblos ante la falta de salidas profesionales, que tengan un empleo que les permita contar con la independencia económica que les da el poder de decidir sobre sus propias vidas.