De acuerdo a un informe elaborado por la Bolsa de Comercio de la ciudad argentina de Rosario, el volumen de los embarques el año pasado, pese a ser menor al récord de 2019, es el segundo mayor en términos históricos.
"En un año signado por el golpe de la pandemia covid-19 sobre el consumo y las variables claves del mercado nacional e internacional, el desempeño del agro argentino probó ser una de las pocas ramas cuyo desempeño exportador continuó mostrando la pujanza que lo caracteriza", destaca el informe.

El descenso en el volumen exportado el año pasado en comparación con 2019 se explica por una retracción en la producción argentina como consecuencia del clima seco y caluroso que se registró en febrero y marzo de 2020.
De todos modos, las 56,5 millones de toneladas que se embarcaron desde los puertos de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires, los principales polos agroexportadores de Argentina, constituyeron el segundo mayor volumen de la historia y se situaron y un 23 % por encima del tonelaje promedio exportado en los últimos cinco años.

Según el informe, sólo dos granos crecieron en volumen exportado en 2020, el maíz y el sorgo, gracias a la demanda china.
El maíz, con 36 millones de toneladas embarcadas, representó el 64 % de los despachos totales de granos de Argentina el año pasado.

"El volumen embarcado en el 2020 no sólo representa el más alto en la historia para el grano amarillo, un 3 % por encima del año anterior, sino que supera en más del 50 % el promedio despachado en el último lustro", resaltó la Bolsa de Rosario respecto a las colocaciones de maíz.

Por el contrario, el poroto de soja, otro de los principales cultivos de Argentina, ha sido el grano cuyos embarques más cayeron en 2020.
Con exportaciones por 6,6 millones de toneladas, la caída interanual en los envíos de soja alcanza el 30 %, y se ubica incluso un 18 % por detrás del promedio del último lustro.
La caída se explica, por un lado, por una caída en la cosecha de soja del 10 %, a 50,7 millones de toneladas, y, por otro lado, por la pérdida de competitividad de Argentina respecto a los otros dos grandes proveedores globales, Estados Unidos y Brasil, especialmente en lo que hace a la demanda desde China.